A modo de introducción, diré que durante el viaje Santander-Algeciras, tenemos una avería grave en uno de los Suzukis que bajan, se queda sin aceite y se gripa el motor, teniendo que dejarlo en un taller de Carmona, cerca de Sevilla. Por lo cual debemos desacernos de una gran parte del material que llevamos para hacer sitio a Chuchi e Isa, que se han quedado sin medio de transporte.

17 Agosto 1992, Lunes.

Amanecemos a las 8:30, desayunamos en el bar y guardamos el material superfluo en la despensa del camping. Pagamos los bungalowes y mientras llamamos de nuevo por teléfono al taller de Carmona, comprobamos el nivel de aceite de todos los vehículos, por lo que pudiera pasar. En el taller no nos dicen nada nuevo, así que debemos olvidarnos definitivamente del coche averiado, hasta la vuelta. También llamamos a Viajes Altair, para intentar atrasar un día la fecha de entrada en el hotel de Tinerhir, ya que no podremos llegar a tiempo, debido al retraso producido por la avería y la pérdida de Nati. Los del camping nos regalan unas pegatinas de color naranja fosforito y todos las colocamos en la parte izquierda de las defensas delanteras, dan a los coches un aspecto muy corporativo. Salimos para el puerto y al entrar en Algeciras nos liamos y estamos un buen rato dando una gira turística por estrechas callejuelas llenas de gente. Finalmente llegamos. Cuchi e Isa cambian los billetes, para conseguir que les abonen el importe del coche que no va a usar el ferry. También se aprovecha para hacer algunas compras de última hora. No tenemos que esperar demasiado para embarcar. Una vez a bordo, trancamos los coches y subimos a cubierta. Contemplamos el paisaje a medida que nos alejamos de la costa y nos tomamos un "copazo" en el bar. Durante la travesía, podemos ver multitud de delfines nadando junto al barco. También pasamos junto a un transporte de gas colisionado, rodeado de varios remolcadores. En una hora y veinte minutos llegamos a Ceuta y casi no podemos creerlo, por fin suelo africano... ya solo falta salir de España.

Nada más desembarcar, nos dirigimos al puesto fronterizo y como siempre comienza el farragoso trámite aduanero, rellenando papeles y pasando de una ventanilla a otra, aguantando cuarenta grados bajo un sol aplastante. Mientras unos rellenan papeles, otros vigilan los vehículos por si acaso. En medio de una sensación de que nunca vamos a salir de aquí, por fin llegamos al último de una interminable serie de guardias que te piden los papeles y ya estamos en Marruecos. La dicha dura poco ya que nos damos cuenta de que a los "moteros" les han retenido por alguna extraña razón. Mientras esperamos a que les "liberen", se nos acerca el primer vendedor-plasta del viaje, cargado con una cesta llena de camaleones. Antes de que podamos reaccionar, Chuchi tiene más de media docena de bichos verdes escalando por su cuerpo, hasta hacer cima en la cabeza. Chuchi mantiene el tipo mientras le filmamos y todo el mundo le saca fotos, hasta que algún camaleón descarado comienza a tirarle del pelo y Chuchi decide que ya es hora de sacarse los bichos de encima.

- Camaleones trepando por la cabeza de Chuchi.

Continuamos de un tirón hasta Larache en donde hacemos una parada en el Hostal, para comer algo y tomar un refresco. También tenemos la primera bronca del viaje con los de las motos. No hacemos más paradas hasta Meknes, a donde llegamos muy tarde, ya entrada la noche. Encontramos el Camping sin dificultad. Cuando entramos, la oficina está cerrada y uno de los lugareños que anda por aquí, nos insiste en que tenemos que dejarle un pasaporte para poder quedarnos, aunque no estamos muy convencidos, Chuchi le deja el suyo. Instalamos las tiendas de campaña, inflamos las colchonetas y comenzamos a preparar la cena. Mientras cenamos Isa se pone a buscar su riñonera por el Patrol, ya que se le ha "colado entre los asientos". Después de un rato ya somos varios los que buscamos la coño riñonera. Después de más rato también buscamos en los demás coches, después de más rato aun, se vacía el maletero del Patrol y finalmente nos convencemos de que increíblemente, la ha vuelto a perder, con toda la pasta y por supuesto con toda la documentación.

No damos crédito a lo que esta sucediendo. En el fondo todos pensamos que en cualquier momento aparecerá la riñonera en el lugar menos pensado y nos iremos tranquilamente a dormir. Pero no aparece. Así que nos ponemos a pensar y decidimos que lo mejor será llamar a la mañana siguiente a la embajada y preguntar lo que se debe hacer en estos casos, ya que andar por Marruecos sin documentación no parece una buena idea, además de presentar serios problemas para salir del país. Lo más probable es que la riñonera se quedase en el Hostal de Larache, pero como ninguno recordamos el nombre exacto, no hay forma de ponerse en contacto por teléfono, tendremos que quedarnos con la duda, al fin y al cabo así la esperanza será lo último que perderemos. Nos dormimos con la sensación de que la mala suerte se ha cebado de un modo muy especial con el viaje. Tan solo hace tres días que hemos salido de casa y ya se puede hacer una lista con las calamidades que nos han sucedido.

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