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Viajar a Marruecos

Viaje 1994 - 2ª Etapa: El Kemis / Bin el Ouidane

 


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22 Agosto 1994, Lunes.

Despertamos a eso de las 10, tras un magnífico y profundo sueño reparador, que ya estábamos nece- sitando. Lo primero que oigo desde el saco, es a Nacho diciendo que no encuentra el casco de la moto y eso que según él, lo dejó dentro de su tienda de campaña, también oigo a Candela diciendo que tampoco consigue encontrar su playeras... tardo unos segundos en alarmarme y cuando lo hago, lo primero que se me ocurre es echar un vistazo a mi lado, descu- briendo atónito que el G.P.S. ya no esta en donde lo dejé. Una sensación de vértigo me recorre el cuerpo subiendo desde el estómago hasta la nuca, aunque parezca extraño, está claro que alguien nos ha robado del interior de las tiendas mientras dormíamos. Salgo de la tienda como impulsado por un resorte y compruebo que al menos los coches y la moto siguen en donde los dejamos la noche anterior. Se me ponen los pelos de punta solo de pensarlo, algún hijo de puta se ha estado paseando por el interior de las tiendas mientras dormíamos, sin que ninguno de nosotros nos enterásemos de nada, si llega a venir con una intención peor que la de robar, nos hubiera podido cortar el cuello con la misma facilidad con que nos ha desplumado...

Mirando con mas detenimiento, descubrimos que la lista de cosas robadas es más importante de lo que creíamos, al parecer ha cogido mi riñonera, ha sacado la cartera y se ha llevado la pasta, lo que nos hace pensar de inmediato en que ha tenido en sus manos las llaves del coche... salimos corriendo y comprobamos que han abierto las cerraduras, pero seguramente no han llegado a abrir la puerta por no hacer saltar la alarma. Acabamos de salvar la cámara de vídeo, todo el equipo fotográfico, los prismáticos (solo esto unas 350.000 Ptas.) y todo el material que llevamos a bordo. No ha tocado tampoco las tarjetas de crédito, los pasaportes, los billetes del barco ni ningún otro documento imprescindible para poder continuar el viaje. Deliberamos durante un rato sobre la mejor actitud a seguir y decidimos intentar hablar con alguien del pueblo antes de pensar en avisar a la policía. Uno de los chavales que hay por los alrededores habla algo de ingles y conseguimos hacerle entender lo que ha pasado durante la noche, también le explicamos que de todo lo robado, hay dos cosas que tenemos especial interés en recuperar; el G.P.S. y el casco de la moto, le decimos que no tenemos ningún interés en ir a la policía y que estamos dispuestos a pagar dinero, comida y ropa si conseguimos recuperar esas dos cosas, marchándonos después igual de rápido que hemos venido. Mientras el se va ha difundir el mensaje por los alrededores, nosotros regresamos a desayunar y esperar a que algo suceda.

Tras el desayuno, hacemos un recuento exhaustivo y determinamos lo que se ha llevado y su valor. De Azu y Ramón: 1 G.P.S. Trimble 130.000 Ptas., 1 Machete Aitor 10.000 Ptas., 25.000 Pesetas en metálico, 1 Curvímetro 500 Ptas., 1 Gafas graduadas 26.000 Ptas., 1 Agenda Electrónica Casio 22.000 Ptas., 1 Calculadora Casio 3.000 Ptas., 1 Luming-Gas 3.500 Ptas. 1 Playeras 3.000 Ptas., 1 Tanque 200, 1 Paquete de tabaco 150 Ptas., 1 Encendedor 300 Ptas., 1 Frontal Petzl 6.000 Ptas. De José y Montse: 2 Playeras 6.000 Ptas., 1 Linterna 1.500 Ptas.. De Chuchi: 1 Playeras 3.000 Ptas., 1 Calcetines 200 Ptas.. De Nacho: 1 Casco Integral 40.000 Ptas., 1 Mochila 5.000 Ptas., 1 Traje de Agua Térmico 20.000 Ptas., Recambios de la moto 5.000 Ptas.., 1 Juego de Herramientas 2.000 Ptas., 1 Linterna 1.500 Ptas. Lo que arroja un montante total de 313.850 Pesetas, un buen pellizco.

Al cabo de una hora regresa el mensajero que hemos mandado al pueblo y nos dice que la cosa está difícil, ya que al parecer el hecho de devolvernos algo de lo robado, implicaría para el ladrón reconocer lo que ha hecho, con lo cual lo expulsarían del pueblo y tendría que irse a vivir a otro sitio. Resumiendo, que será poco menos que imposible recuperar nada por mucha recompensa que ofrezcamos. Le agradecemos al chaval su colaboración y le doy 100 dirhams, una camiseta y dos paquetes de tabaco como pago y para que tenga claro que, si algo aparece, estamos dispuestos a pagar. Lo único realmente imprescindible para continuar resulta ser el casco de Nacho, él y Candela se marchan con el Patrol hacia Beni Mellal, para intentar comprar otro. Los demás aprovechamos para desmontar el campamento y esperar, rodeados de chiquillos, con la esperanza de que ocurra algo que cambie nuestra suerte, pero lo único que ocurre, es que aparece por el lugar un marroquí universitario y después de charlar un rato en ingles, nos dice que debemos de ir a la policía, aunque no tengamos garantías de recuperar lo robado. El puesto de policía más cercano y que tiene jurisdicción sobre esta zona se encuentra en Azilal, a unos 35 Km.. de pista y otros 30 de carretera, osea, muy lejos. Después de un rato pensándolo llego a varias conclusiones, el ladrón desde luego ha considerado la posibilidad de que nos dirijamos a la policía, así que esta preparado para aguantar el tirón, también ha sabido respetar todas las cosas que nos hubiesen obligado a denunciarlo; pasaportes, billetes de barco, tarjetas de crédito, llaves del coche, etc... lo que demuestra que de tonto no tiene un pelo. Aparte de estas consideraciones, está el caso de nuestra experiencia personal con la policía, si para denunciar la perdida de un pasaporte, nos tuvieron retenidos en Meknes durante dos días en el viaje del 92 y consideramos el hecho de la distancia que nos separa del puesto más próximo y que seguramente tendríamos que regresar al lugar de los hechos para enseñárselo, y a eso sumamos la dificultad añadida de que ninguno de nosotros domina el francés ni el árabe y es poco probable que un "poli" de provincias hable inglés, llegamos a una conclusión inevitable: tenemos por delante 10 días de viaje y resulta difícil venir a menudo a Marruecos, aun en el caso de que nos consigamos hacer entender por los "polis" será difícil recuperar lo robado y hay muchas posibilidades de que la denuncia nos obligue a retrasar varios días la continuación del viaje, en un estado de tensión constante, con lo cual habremos perdido lo que nos robaron y las vacaciones... No merece la pena, en cuanto vengan Candela y Nacho nos largaremos e intentaremos pensar lo menos posible en lo ocurrido y ojalá que Alá confunda los pasos del hijo-de-la-grandísima-puta (eZMÑNUcghi) que nos desplumó.

El universitario nos trae un té y unas pastas y mientras nos lo tomamos regresan los dos que faltaban (a eso de las 2:53 P.M.), han conseguido un casco integral amarillo de segunda mano por 3.000 Ptas., el cual tenemos que desinfectar con alcohol, antes de que Nacho se arriesgue a ponérselo. Nos despedimos del universitario y los demás se muestran de acuerdo con mi idea de olvidar el asunto y continuar viaje, así que sin perder más tiempo cogemos los vehículos y salimos en dirección a Ouzoud, tratando de poner tierra de por medio entre nosotros y este lugar.

vi94b101.jpg (5234 bytes) vi94b102.jpg (3973 bytes) - El suelo del primer puente nos pone los pelos de punta...

A los pocos kilómetros la carretera se convierte en una pista que circula por escarpadas laderas, desde las que se alcanza a ver la llanura al norte de las montañas. Llegamos a un puente metálico, en una zona el que el valle se vuelve angosto, que se parece mucho a los de la ruta del Cares y aparte de la estructura metálica, llama la atención que el suelo esta hecho de tablones atravesados, completamente sueltos y que en algunos lugares están tan separados unos de otros, que dejan ver con claridad el río que discurre muchos metros más abajo. Los tablones saltan a nuestro paso y toda la estructura emite un sonido espantoso y vibra de tal forma que cruzarlo con el coche resulta una experiencia "interesante"...

vi94b111.jpg (4254 bytes) vi94b103.jpg (5057 bytes) - Abundan en esta zona los puentes metálicos con suelo de tablas.

En los kilómetros siguientes encontramos algunos puentes más, de similares características, aparte de tramos muy rocosos que nos hacen rodar muy despacio. También hay zonas en las que el suelo está pavimentado con piedras al estilo de las antiguas calzadas romanas. Parte del trazado discurre por zonas de tierra completamente roja, que en ocasiones dejan paso a otras de polvo blanco como la nieve, que se levanta a nuestro paso dejando una espesa nube.

Llegamos al asfalto y nos pasamos de largo las cascadas. Cuando regresamos, Nacho le da un paseo en Moto a un morito y le hace feliz. Dejamos los choches en una especie de parking vigilado y descendemos por un camino jalonado de "chiringuitos" mugrientos y tenderetes de vendedores de souvenires, que al parecer conduce a las cascadas. Hay muchos turistas de alpargata, sobre todo marroquíes.

Nos hacemos unas fotos desde un mirador que domina la cascada. Esta, se compone de dos saltos de agua que suman entre ambos unos 110 metros de altura, precipitandose por una pared marrón, de una piedra semejante a la arenisca. Tomamos unos refrescos templados en una terraza mugrienta desde la que se oye el salto de agua. La cascada en si no es fea, pero todo lo que la rodea resulta sucio, asqueroso, cutre y huele mal, así que decidimos marcharnos antes de que sea tarde y nos coman las moscas. La verdad es que todos estamos decepcionados con la visita.

vi94b105.jpg (3511 bytes) - Los lugareños se bañan al pie de las Cascadas.

Nos detenemos en Azilal para comprar pan y repostar los depósitos de los vehículos, aunque todavía están casi llenos. Nos equivocamos de nuevo de ruta y vamos a parar directamente a un cuartel del ejército. Le pregunto a un militar por donde se va a Imilchil y me contesta muy atento, pese a los recelos de Candela. Cruzamos de nuevo el pueblo y en esta ocasión encontramos el camino correcto. La carretera es ciertamente estrecha, pero como siempre, tiene unos amplios arcenes de grava y tierra a los lados.

vi94b106.jpg (2850 bytes) - Pantano de Bin el Ouidane.

Llegamos a un alto desde el que se divisa el embalse de Bin el Ouidane y nos detenemos en la cuneta, para sacar un par de fotos y hacer una merienda a base de "laterio". Lo devoramos todo, hay que tener en cuenta que con tanto ajetreo, hoy no hemos comido. Desde aquí descendemos vertiginosamente en dirección al pantano. La presa está protegida por el ejército y sobre ella hay mas de una docena de aburridos soldados, haciendo guardia de mala gana, sentados sobre el muro. Bordeamos en pantano en dirección este cuando está anocheciendo, nos detenemos un par de veces para otear las orillas con los prismáticos, en busca de algún sitio en donde acampar. Finalmente nos metemos en el pantano por una pista y circulamos durante un rato sorteando piedras hasta que encontramos un lugar adecuado para acampar, sobre una loma desde la que se divisan bien los alrededores y que esta suficientemente alejada del agua como para evitar que nos coman los mosquitos. Montamos las tiendas entre los coches y tendemos una cuerda entre estos para colar una linterna, ya que el único luming que llevábamos nos lo han limpiado.

Cenamos sin que venga nadie a darnos la paliza, lo cual nos resulta ciertamente extraño, nos tomamos unos whiskys y la gente se va metiendo en el sobre. Yo estoy particularmente cansado, así que me marcho a dormir y Chuchi se queda solo escribiendo las vicisitudes del día en una libreta (me ha salido un competidor).

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