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Viajar a Marruecos

Viaje 1994 - 7ª Etapa: Zagora / Erg Chebbi

 


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27 Agosto 1994, Sábado.

A las 6 de la mañana (las cuatro por el horario marroquí), estamos todos en pie, eso si, con unas caras de mala hostia que es para verlo, en parte debido al madrugón, en parte porque la de hoy va a ser una las etapas clasificadas como "dura". Desayunamos con una temperatura mucho más benigna que la de anoche y mientras lo hacemos, amanece. Tras desmontar las tiendas y recogerlo todo, le damos aire con el compresor a la rueda del Patrol, que se ha vaciado por completo durante la noche y de paso aprovecho para revisar la presión de las mías y mirar el nivel del aceite. Salimos del camping y nos acercamos de nuevo a la ciudad, para hacernos la foto de rigor junto al cartel que anuncia "A Tombuctou 52 días", por supuesto en camello. El cartel se refiere a los tiempos en que las grandes caravanas comerciales se adentraban en el Desierto del Sahara, para cruzarlo hasta llegar al África negra, objetivo que no siempre conseguían. Después de las fotos nos acercamos de nuevo hasta el hotel Reda, ya que es aquí en donde indica el rutómetro el "Km. 0". El Patrol llevará la cuenta de los kilómetros totales y yo la de los parciales de cada tramo. Salimos por la carretera P-31 en dirección a Mhamid, a unos doscientos metros cruzamos el Oued Dráa.

En esta ocasión no tenemos ninguna dificultad para encontrar el comienzo de la pista, ya que el rutómetro nos indica el punto kilométrico exacto en donde se encuentra. En cierto modo el hecho de saber de antemano lo que nos vamos a encontrar y por donde tenemos que ir en cada cruce, me da la impresión de que le quita emoción a la etapa. Aunque no cabe duda de que perderse teniendo cerca la frontera argelina no es una cosa que entusiasme a nadie. La pista tiene un comienzo bueno, es bastante lisa y permite rodar ligeros. Lamentablemente a poco más de un kilometro se convierte en un auténtico pedregal que nos hace rodar muy despacio y dando saltos, continuando así los primeros 35 Km.., de vez en cuando se oyen piedras chocando contra los bajos del coche. Para terminar de arreglarlo, continuamente nos encontramos badenes producidos por pequeños oueds secos.

vi94b414.jpg (4626 bytes) - Pistas pedregosas que nos hacen circular despacio.

Este firme "rompe-cojones", termina al llegar al cruce de Tazzarine, a partir de aquí las piedras van desapareciendo paulatinamente y comenzamos a disfrutar del recorrido. El primer pueblo que encontramos es Imin Uasif, en el kilómetro 52,1 del trayecto, la pista lo atraviesa por el centro. A la salida del mismo, veo que el Patrol no viene detrás nuestro y cuando me dispongo a dar la vuelta aparece, la razón de su retraso, es que la baca le ha echado abajo el vierteaguas derecho, lo cual no es de extrañar, ya que ha habido baches de sobra. A continuación nos internamos en una zona con una superficie sorprendentemente lisa, formada por diminutas piedras negras, en la que la pista son dos líneas paralelas de un color más claro que el resto.

vi94b502.jpg (2477 bytes) vi94b501.jpg (2518 bytes) - LLanuras del Sur, ¡¡Velocidad!!

Aquí el rutómetro únicamente indica "dirigirse al paso entre las colinas". Efectivamente se identifica el paso en el horizonte y rodamos hacia allí a toda velocidad, llegando a superar los 100 Km./hora. Abandonamos a Chuchi descalzo, pisando sobre una gorra para no quemarse los pies, mientras volvemos atrás para que nos filme. La verdad es que de no ser por él, esta vez apenas hubiéramos filmado nada.

En el kilómetro 78,4 pasamos a la derecha de Tissemoumine atravesando llanuras con una vegetación tipo sabana y de momento, todo lo que indica el rutómetro, está en su sitio. Lentamente la temperatura ha ido ascendiendo y comienza a hacer calor. Candela se entretiene un rato persiguiendo camellos de los nómadas beréberes de la región. Perdemos la ruta correcta antes de llegar a Oum Jrane, la brújula nos dice que vamos en dirección equivocada y tenemos que preguntar a varios lugareños para encontrar el camino correcto. El compás que incorpora mi reloj coincide totalmente con la Suunto finlandesa que hemos salvado del robo. Cuando llegamos a Oum Jrane, comienzan los problemas para la moto, pasando la última casa del pueblo la pista desciende por una zona arenosa hasta un oued seco y se divisa una gran extensión de arena, dunas salpicadas de palmeras y varios pozos de agua, torres de adobe los protegen del avance del arenal. Todo va viento en popa hasta que en la zona de El Fecht, llegamos a un collado y nos quedamos petrificados por el panorama que aparece ante nuestros ojos. Una gran extensión de dunas sin señal aparente de ninguna pista ni camino. El calor aprieta y por más que miramos el rutómetro no encontramos la pista "a la derecha", que debiéramos tener delante. Observando atentamente por los prismáticos compruebo que al fondo se ve la torre de una mezquita, que muy bien pudiera ser la que aparece en el rutómetro en Ait Saadane. Pasamos por unos momentos de desconcierto, hasta que me decido a tirar "pa'lante" y pasar por encima de las dunas en dirección a la torre que he visto.

vi94b505.jpg (3741 bytes) - Nacho es el que más sufre sobre la arena.

Después de varios tramos de arena, atravesando un paisaje auténticamente sahariano, en donde la moto se atasca un par de veces, llegamos a Ait Saadane y reencontramos el camino, quedándonos todos mucho más tranquilos. A partir de aquí menos arena y grandes llanuras que permiten llevar una velocidad alta sin grandes riesgos y filmarnos de un coche a otro. En el kilómetro 132 de pista, alcanzamos los postes del tendido telefónico, que tendremos que seguir hasta encontrar la carretera que ha de llevarnos a Altnif, después de rodar por ella 27 Km..

Llegamos a la hora de la comida y hace un calor de espanto, igual que la otra vez que estuvimos aquí. Entramos en el mismo local, el Restaurant Bougafer, que ha mejorado bastante en los dos últimos años. Lo que no ha cambiado en absoluto, son los críos, una autentica peste que insiste en hacer de vigilantes de los coches y que resultan mas pesados que un centenar de moscas de la mierda pegadas a los huevos. Ben Ouoch Brahim, su rollizo propietario, se acuerda de nosotros y nos instala en un comedor de la primera planta, con unos magníficos ventiladores en el techo que hacen la comida mucho más agradable. Tiramos de nuestras provisiones y consumimos la bebida; Coca-Colas (frías), agua y un par de teteras de whisky beréber.

Mientras comemos la rueda trasera del Patrol se desinfla de nuevo, pero nos dicen que hay un taller en las inmediaciones en donde nos la pueden reparar. Candela y yo nos acercamos. El "taller" es una "cutrada" y nada más llegar nos comentan que la única manera que tienen de reparar la rueda es poniéndole una cámara. Candela toma las riendas de la situación y decide repararla él, con la ayuda de los del taller. Una vez localizado el pinchazo, en el que por cierto no hay ningún clavo, le colocan un parche a la cubierta, pero una vez inflada la rueda vemos que sigue perdiendo, así que José opta por una solución mas drástica y le coloca una "seta", ante la atónita mirada de todos cuantos estamos aquí, que no hemos visto nunca nada parecido. Se trata de una especie de anillo de goma, que se impregna de fundente y luego se introduce en el pinchazo con la ayuda de una aguja grande. Al retirar esta, el anillo de goma permanece dentro del pinchazo asomando por ambos lados de la cubierta, tras una corta espera se le da presión al neumático y después se corta la parte de la seta que sobresale de la rueda. El sistema es algo basto, pero eficaz. Mientras arreglamos cuentas con los del taller, la nube de críos sigue dándonos la paliza y se les ha unido un tipo más o menos de nuestra edad, que viste impecablemente a la europea y que nos pide, o quizás debiera decir exige, que le demos comida, dándonos luego una arenga sobre moralidad, diciéndonos que aceptamos la hospitalidad de los árabes, pero que cuando nos piden algo pasamos de ellos. Como nos da mal rollo, no le hacemos caso.

Regresamos junto a los demás y tengo que filmar las instalaciones del restaurante para contentarles. Mientras charlamos con el dueño sobre el atentado de Marraquech, nos dice que para ellos resulta un autentico desastre, ya que una cosa así puede acabar con el turismo en el país y hay que tener en cuenta que el 70% de los ingresos de Marruecos vienen de esa fuente. Si esto hubiese ocurrido un mes antes, mucha gente lo pasaría mal durante el invierno. El segundo de abordo se entretiene un rato filmándonos mientras charlamos. Nos dice que al parecer han detenido en Fez a dos de los autores, mientras que un tercero sigue en paradero desconocido.

Nos despedimos después de pagar la cuenta y continuamos por la carretera en dirección a Achbarou y Rissani. Disfrutamos de un cómodo trayecto amparados por el aire acondicionado y en poco más de una hora llegamos a Rissani, en donde tenemos que pasar otro control de policía. Repostamos en la gasolinera que está a la entrada de la ciudad y nos encaminamos sin detenernos para nada hasta la entrada de la pista que conduce al desierto. Para nuestra sorpresa, el tramo tan polvoriento que nos llamó la atención en otras ocasiones, ha sido arreglado, quitándole la mayoría del polvo. Como siempre, un tipejo nos sigue en una Mobilette, sin duda intentará llegar antes que nosotros al lugar que hallamos elegido para dormir, para llevarse una comisión diciendo que nos mandó él... lo lleva claro.

A 8 kilómetros al este de Rissani, nos detenemos en el Bar Musical a tomar un refresco. Vemos que han instalado una "piscina" la prosperidad se nota en todos los lugares por donde pasamos. La pegatina del viaje anterior sigue en su sitio, sin embargo nos han cambiado el anfitrión, en esta ocasión nos recibe su hermano, que es casi igual que él. Nos dice que ha ido a Haroum a recoger los instrumentos musicales que han dejado allí después de una boda. Como en cualquier buena familia, este hermano también conoce el oficio y nos da un recital de bongos mientras tomamos los refrescos. Continuamos por la inmensa llanura y filmamos varias tomas de los coches y la moto evolucionando hacia las dunas del Erg Chebbi, rojas por el efecto de la luz del atardecer. Lastima que Nacho después de marcarse una caída de la moto, no halla conseguido salir en el vídeo.

vi94b507.jpg (3042 bytes) - Mi Terrano rodando hacia el Erg Chebbi.

Llegamos hasta las dunas y tomamos la pista principal (llena de uralita), que se dirige al sur, cuando nos damos cuenta de que el Yasmina no puede estar en esta dirección, si tenemos en cuenta que amanece por el este, hace dos años no hubiésemos podido ver salir el sol ya que las dunas nos lo hubiesen impedido. Giramos en redondo cogiendo por sorpresa al tipo de la moto, que da media vuelta y sale a toda prisa intentando llegar a donde sea antes que nosotros. Decido no darle ese gusto y piso el acelerador a fondo, circulamos a toda leche dejando atrás al frustrado moscón mucho antes de llegar a nuestro destino. Han edificado varios albergues nuevos en las inmediaciones del Erg, hay uno en concreto que se parece bastante al Yasmina, nos acercamos hasta él y nos damos cuenta del error. Observando el horizonte con los prismáticos descubro que se ve la frontera de Argelia, un enorme farallón rocoso que hace de muralla divisoria natural. Varios kilómetros más adelante encontramos por fin nuestro objetivo. Como empieza a ser costumbre, aquí también llegamos de día.

Detrás del albergue hay aparcados unos doce flamantes Land Rovers y en la zona de las dunas también se observa una animación especial, con gente deambulando por todas partes. Pregunto si tendremos problema para quedarnos a dormir y me explican que la multitud que observamos, son un grupo de turistas italianos que han llegado a Erfoud en autobús y han hecho una excursión al desierto en vehículos de alquiler, pero se marcharán en cuanto anochezca. Efectivamente, al cabo de una hora nos quedamos solos. Tienen amarrados un par de zorros del desierto que son francamente curiosos, muy nerviosos y con unas orejas enormes, que no se dejan tocar siempre que pueden evitarlo. También hay un madrileño que ha venido con su propio Land Rover. Subo a inspeccionar el tejado en donde tenemos intención de dormir y me encuentro a los dueños del albergue, con un francés, haciendo canutos en plan industrial, me ofrecen pero rehuso amablemente la invitación.

Preparamos una fabada asturiana para cenar, pero Chuchi y yo casi no tenemos ayuda para acabar con ella, así que nos ponemos de alubias hasta las orejas. Durante la cena se sienta con nosotros el madrileño, que lleva un parche en un ojo, a lo Mossed Dayan. Al parecer el Yasmina tiene la capacidad de atraer místicos, hace dos años un tal Pep, catalán para más señas y en esta ocasión un madrileño pijo hijo de papa y amante de las motos caras, que un día vio la luz y ahora vive trabajando de vendedor de recambios para Land Rover y dando la paliza a los españoles que caemos por aquí, hablándonos de "la etapa anterior de su vida" (frase que debe gustarle, por que la repite constantemente) y sentando cátedra sobre algunas cuestiones obvias para cualquiera que haya visitado o leído algo sobre los países árabes, me aburre tanto que me marcho a oír las noticias. Sintonizo Radio Exterior de España y me entero de que la cosa cada vez se está poniendo peor, Marruecos ha cerrado sus fronteras con Argelia al comprobarse que los autores del atentado contra turistas españoles en Marraquech, eran argelinos venidos desde Francia, cortando el camino de vuelta a todos los argelinos que trabajan en Francia y que han regresado a su tierra a pasar sus vacaciones. Las autoridades marroquíes exigen ahora visados a todos los ciudadanos franceses y argelinos que quieran entrar en el país. Al parecer, también se lo están haciendo pasar mal a los argelinos que se encuentran en Marruecos. La cosa está que arde. Como colofón me entero de que otro grupo de españoles que viajaba por Egipto, ha sido atacado por fundamentalistas y hay algún muerto. Menudo verano. Regreso con los demás y les pongo al día, el "madriles" aumenta la lista de catástrofes diciéndonos que la semana pasada se ha estrellado un avión lleno de extranjeros en Agadir, pero cree que no había ningún español a bordo. Hay otra catástrofe mayor en lo que cuenta el madrileño, dice que ha oído rumores de que quieren traer el asfalto hasta el Erg Chebbi, con lo que perdería gran parte de su atractivo, amén de hacer polvo a todos los empresarios locales que se han decidido a invertir en vehículos todo terreno para ganarse la vida trayendo turistas al desierto. De nuevo el del parche consigue aburrirme y me voy un rato junto a los zorros del desierto. El árabe que está con ellos me comenta que son muy escurridizos y tremendamente listos, al parecer, si se dan cuenta de que se les esta siguiendo, dan un amplio rodeo, hasta que el cazador se da cuenta que esta siguiendo sus propias huellas, momento en que el zorro se larga en la dirección más segura y es difícil volverlo a ver. El tipo también me confirma que el farallón rocoso que vi al atardecer, era Argelia, que solo dista de aquí 20 kilómetros.

Nos vamos a dormir y descubrimos que no tendremos el mismo espectáculo de observación de estrellas que hace dos años, el cielo esta parcialmente cubierto de nubes y por si esto fuese poco la luna ha salido y entorpece la observación cenital con su luz. En medio de la noche se desata una tormenta de arena que me obliga a taparme la cara con un pañuelo para que no se me llenen los ojos de polvo.

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