18 Agosto 1998, Martes.

  No conseguimos ver ningún mono del Atlas, pese a que al parecer en esta zona son muy comunes, pero las dos horas que pasamos en esta carretera y en una pequeña pista que nos llevan alrededor del Jbel Irhoud (2.219 m), a través de una serie de valles de belleza incomparable, con arboles espectaculares; encinas, abetos y majestuosos cedros, que en muchos casos superan los cuarenta metros de altura, para dirigirse finalmente a Itzer, desde donde regresamos a la carretera P-21. Antes de llegar a Midelt, llenamos un herrican con gasolina para la moto y aprovechamos para llenar también los depósitos de los coches. Midelt ha cambiado poco y no me resulta difícil encontrar la entrada a la pista que se dirige a Jaffar.

  Pongo el cuenta kilómetros a cero y poco a poco desaparecen las casas el bullicio y la gente y nos quedamos solos en la pista que va ascendiendo lentamente en dirección Este, acercándose poco a poco a la cadena de montañas que forman el Atlas Central o Alto Atlas. El día se va acabando poco a poco y cada vez hay menos luz, cuando nos encontramos con un grupo de tres todo terrenos de Huelva, un Suzuki SJ-413, un Samurai y un Mitsubishi Montero corto. También han pasado las emisoras de tapadillo y también se dirigen a Jaffar, así que continuamos juntos.

A los pocos kilómetros encontramos los primeros cortes importantes en la pista, de esos que producen un socavón a cuchillo de un par de metros de profundidad. Tenemos que retroceder hasta encontrar un punto en el que sea viable descender por la ladera de la montaña, cruzar el oued seco y ascender después por la ladera de enfrente hasta alcanzar la pista de nuevo. Los dos primeros cortes no representan problema alguno, pero la noche se nos echa encima y cada vez resulta más costoso encontrar el camino correcto a la luz de las linternas.

Por si eso fuese poco, la pista se ha ido colmatando con los derrubios que caen por la ladera, presentando una pendiente lateral que marca unos 25º de inclinación, según el inclinómetro de mi coche. La superficie del camino es de tierra y gravilla fina, lo cual además de la inclinación, hace que el suelo no sea muy adherente. En una parada que hacemos para comentar la situación, me cojo a un beréber que se ha acercado movido por la curiosidad y le pregunto en el lenguaje de la mímica, en donde hay un sitio plano para dormir. Me lleva andando por una pista poco marcada que desciende por una ladera, hasta llegar a un pequeño collado en el que hay una zona plana suficientemente grande como para que todos montemos nuestras tiendas de campaña.

Regresamos junto a los demás y todos estamos de acuerdo en que lo más juicioso es acampar y esperar a que amanezca, por un lado porque afrontaremos mejor los posibles obstáculos con la luz del día y por otro, porque así no nos perderemos el magnífico paisaje de esta zona. Nacho se cae de la moto mientras intenta dar la vuelta en la pista para dirigirse al collado - campamento. La caída no tiene ninguna clase de consecuencia, excepto para su ego.