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Relatos 4x4

Crónica del día perfecto

 


Hola "TeTeros", permitidme que acaricie vuestra estimada sensibilidad hacia el deporte que más os gusta: hacer 4x4 y leer e-mails. Y es que resulta que ayer sábado salimos de ruta facilona cuatro amiguetes y... se nos hizo de noche.

"Buf, como me esta creciendo la barriga de tanto deporte sentado". Me digo eso una y otra vez, y las excusas para seguir así se suceden a cualquier amago de culto al cuerpo. En eso estaba la noche del viernes (bueno en eso y en otros menesteres de los que no hay que hacer gala en honor a un sentido caballeresco que nada tiene a cuento con lo que les cuento), cuando el timbre del teléfono móvil me sobresalta en mis "quehaceres". Luis (Sillón-Bol en la lista) se ha sacado de encima la tarea de pintar el piso este fin de semana, dejándolo para otro día como es habitual desde hace ya unos pocos meses, y me camela para una rutilla sencilla donde las haya pero prometiendo 1.000 charcos de agua marronosa y se me enciende la sangre, claro esta. 1.000 charcos me parecía una burrada, pero no fueron mas que gotas previstas para lo que nos deparaba el sábado...

Ahora no puedo por mas que recordar el jubilo con el que recibí la llamada, pues hace ya bastante que por culpa del castigo divino al laboro no puedo salir de ruta, y este sábado me venia pintado (jejeje). Además me volvía de nuevo a mis años mozos cuando oía el timbre de la puerta de casa y imaginaba a mi amiguete preguntándome "SALES". Siempre era un si,siempre que me dejaba mi madre, y esta vez mire a Lluïsa, mi mujer, con una sonrisa maliciosa en los labios y le dije: "Por fin, mañana me voy de ruta, siento que tu trabajes pero yo me largo". Solo me faltaban los pantalocitos cortos de entonces, y es que ya he dicho en algún que otro de mis largos relatos de rutas, que esto del 4x4 despierta en mi el pequeño aventurero que todos llevamos dentro, estoy seguro que sabéis a que tipo de hormigueo en la espalda me refiero.

Ni que decir que dormí deprisa, para estar mas descansado (?). Y el sol se alzo majestuoso, como cada día desde que la vida es vida, cogiéndome bien despabilado pero por la espalda mientras ponía mi "Patrolito", de 14 años bien llevados, rumbo a la localidad de Tona, lugar donde había quedado en encontrarme con Luis, Frederic con Merche y David con María José y su hijo.

Tona está lejos de donde vivo, en Figueres, así que, habiendo calculado mal las posibilidades reales de mi TT fuera de los caminos, llego 15 minutos tarde. Solo los que me conocen bien saben lo mal que le sienta a mi habitual buen humor el llegar tarde a una cita, sin embargo, ver a mis amigos pacientes y sin prisa me borra cualquier instinto depredador de mi personalidad y la sonrisa de pequeño travieso se dibuja en mi cara, conocedor de lo que esta por llegar. Ay! lo que esta por llegar...

La Ruta, titulada "De Los Mil Charcos" por el bueno de Luís, comparece bajo el embrujo de la niebla matutina tan común de la plana de Vic. La columna, capitaneada por el Terrano de Luís y seguida por satélite por su, ejem, super-mega-extra-mile-GPS (ya veréis mas adelante porque tanto cachondeo)encara la niebla y supera con facilidad el embrujo de los primeros bosques de atmósfera blanquecina, facilitada por la neblina antes comentada.

Bajo la atenta mirada de misteriosos Elfos que no conseguimos ver, transcurre un tramo de camino pedregoso semejante al que antaño perfilaban los primeros emperadores romanos y que dio pie a la famosa frase "todos los caminos llevan a Roma". Así era, la alfombra por la que rodábamos no era lo que imagináis, un montón de piedras sueltas jugándose a los chinos que rueda revientan primero (eso vino después), era mas bien un camino esculpido por la madre naturaleza en la mas pura roca de que se yo que tipo de mineral y, por tanto, tortuoso, lento y resbaladizo por culpa de la fina capa de rocío acumulada por la niebla antedicha. Interesante primer tramo más que recomendable para TT's de verdad.

Tan solo un poco más adelante en el camino, la electrónica voz de nuestro anfitrión nos anuncia que entramos en una zona de camino ancho, de suelo arcilloso y por tanto de regocijo en la soberana conducción que nos espera. Los primeros charquitos se suceden y de pronto, como salido de un cuento de príncipes y princesas con sapo incluido, tenemos delante el primer parangón del día y el que causaría el primer traspiés a los recién estrenados ánimos...

En forma de charco oscuro, pero de ese color oscuro que tanto nos gusta a los amantes del motor montañero, se presenta ante nosotros un lindo barrizal que nos sonríe con una boca tan ancha como el camino entero y mas larga que la de la cantante NINA, así como de su misma belleza. Entre jejes y jajas, Luís advierte de no confundir la izquierda con la derecha y entrar a trapo por el lado izquierdo según se mira de frente y de cara a el (?) osea, que cada cual entre por donde crea mejor diversión. Fatal error el de David, que entrando el último y desoyendo horribles consejos que nada tenían a ver con el sentido común, y aplicando arte y Terrano en todo su esplendor ataca el fangal por donde mas se ríe, y miren ustedes por donde se reía con mucha mas fuerza de la que parecía. La rodera era profundísima. El lado derecho del coche toma una inclinación lateral acojonante. Las ruedas resbalan, y corren como locas y a mi me viene al recuerdo esas pesadillas en que alguien te persigue y tu mueves las piernas a toda velocidad pero sin embargo no te mueves del sitio donde estas. Los segundos se suceden tanto o mas deprisa como los flashes de las cámaras de fotos y los chasquidos de las filmadoras al arrastrar la cinta. David pone cara de circunstancias dentro de su Terrano y a esa cámara lenta tant maravillosa de la secuencia de MATRIX, consigue tomar pie (rueda) en vaya usted a saber que y ganar espacio a esa boca grande que se lo tragaba. El maldito charco trata de aferrarlo y lo sujeta con raíces, palos y un sinfín de otras cosas a modo de dientes que se trae de trofeo en Terranillo y el buen hacer de ese conductor fantástico que acaba de demostrar ser el amigo David. Sin embargo, el fangal sigue riendo. Aunque no ha podido atrapar con su risa a ninguna de nuestras maquinas, y a nosotros con ellas, si ha podido darle un buen mordisco a una de las ruedas del TT de David, y esta tiene que ser sustituida por la de repuesto.

Con el amargo dolor de la baja producida en la rueda, pero con el ímpetu de un nuevo neumático que pedía mas caña, seguimos el rutómetro. Esta vez Luis debe meditar sobre la lectura de las rallas que traza su GPS, pues no ha previsto los famosos WAYPOINTS y tiene que probar suerte en los cruces para elegir con cuidado el resto de la aventura.

Efectivamente la ruta es magna. Los kilómetros se suceden por docenas. Llegamos hasta el Pantano de Susqueda sin mas contratiempos, después de haber parado a comer un suculento bocadillo regado con buen vino de bota de piel. Incluso dio tiempo a coger unas pocas setas. Pero, ¿nos habríamos entretenido tanto si hubiéramos sabido que las estrellas nos darían las buenas noches? Sigamos sin adelantar acontecimientos...

...Que comiéramos en el monte no significa que no pudiéramos hacerlo sin los grandes lujos que han dado lugar a las habituales barriguitas que no sabemos como combatir, así que podéis imaginaros tranquilamente que esto quiere decir que comimos sobre una mesa de cuatro patas bien condimentada con bocatas, tortillas de patatas, sopita caliente y hamburguesas tipo McDonalds fritas en un hornillo, vino de l'empordà curándose en piel de algún desdichado bicho, vino navarro traído por David que también curaba en bota de piel de algún otro desdichado bicho, y una botella de un Rioja aportado por Frederic. Bueno, dimos habida cuenta del habituallamiento y juro sin ser hereje que bebimos menos de lo que os pasa por la cabeza. Además la vista sobre la plana de Vic, con las Guillerias al fondo era espléndida. Coqueteo de vehículos, como siempre en estas reuniones, y tanteo de lo que queda de camino. A pedir de boca vamos, o eso creíamos.

Apenas nos dimos un cafelillo, para apartar el sopor de la comida y el vino, volvimos a poner los vehículos en ruta: Primero el Terrano de Luis, segundo el Galloper de Frederic, Tercero el Terrano de David y, cerrando la aventura el que humildemente les da la vara con este relato junto al mencionado "Patrolillo". Caramba, ahora que trato de visualizar la imagen, me viene perfectamente que fue enseguida de iniciar la marcha. Ah! el qué? bueno pues, la voz que sonó en la emisora fue de Luis, estaba un poco desencajado. La columna se había parado y todos preguntábamos que pasaba. Yo no acertaba a ver qué, pero imaginaba un barrizal peor que el anterior que había cortado el increíble y saludable buen humor de mi amigo Luis. Pero no, que va, ojalá, por la actitud de Luis en la emisora parecía peor. Cuando de nuevo recobro un poco la compostura, y al punto de que el resto ya salíamos de los TT's, Luis anuncia que su increíble GPS con capacidad para guardar 2080 puntos de track y pantalla plana super flatron, o algo semejante, había dejado de señalar el camino a seguir. Joder!! parece que la hemos hecho buena, esa ruta aparece dibujada con doscientos mil caminos que entran y salen de ella como si de una arteria se tratara. La suerte era que Luis había tenido el acierto de enviarme por correo el track, y yo también había seguido las evoluciones de la ruta con i gepesito, como a Luis le gusta llamarlo (por ser mas pequeño, ahora también hay que fijarse en las medidas de estas cosas, cuando los japoneses se proponen hacerlo todo mas pequeño a Luis se le ocurre comprárselo mas grande). En cualquier caso, Luis debe reconocer esa pequeña derrota de su gran GPS y dejar pasar delante no solo a un minúsculo GPS, sino a un catorceañero Patrol, por delante de su magnificente maquinaria.

Con humilde pesar (en el fondo me reía a carcajadas) paso delante de todos y enfilo la ruta que mi "cacharrin" va marcando. Todo hay que decirlo y es que la ruta estaba muy bien dibujada, aunque también tuve algún que otro traspiés a la hora de interpretar las direcciones a tomar. Los charcos se sucedían el uno tras el otro, normal ya que era la ruta de los mil charcos, y doy fe que perdí la cuenta, o me canse de llevarla, a eso de los 180 mas o menos. El traqueteo era incesante. Algún que otro pequeño salto sin importancia, y el cruce de algún que otro riachuelo distraían la ruta y la hacían todo lo apacible que uno pueda imaginar, así que aquello nos cogió desprevenidos, aquello, literalmente, nos pillo por las pelotas, así que después tuve que salir del coche a buscarlas.

Un charquito aparentemente con algo mas de interés que el resto de los que veníamos pisando nos decía hola desde unos 100 metros, y lo hacia con abundante agua del color mas marrón que yo haya visto jamas. La sonrisa maliciosa de niño travieso me sorprende cuando veo el cielo azul reflejar su luz en el: hay agua suficiente como para pasar un poquito mas deprisa de lo habitual y levantarla por los lados, y expulsarla hacia delante y yo que se cuantas cosas mas. Y una voz serena aparece en mi cabeza para aguarle la fiesta al pequeñajo maléfico en el que me había convertido, y esa voz recordaba cordura, La voz se callo pronto y yo pise el acelerador, con moderación, pero subiendo un poquito la velocidad. No levantaría mucha agua pero si la suficiente para que salpicara un poco a los lados. Ya llegaba al charco y mi sonrisa se intensifico, mis músculos se tensaron y... el Patrol se hunde de delante como debió hundirse el Titanic, las ruedas no tocan fondo y yo que no me encuentro lo que me distingue en el mundo de los vivos. La respiración se me corta al pensar lo que quede pasar cuando algo del TT toque con el fondo, y el eje trasero entra de lleno en el agua. Yo no recuerdo si estaba en el asiento de delante o en el de detrás cuando se oyó el CLONK! mas fuerte que recuerdo. Primero delante, y mi cuerpo recibe una sacudida de Dios. Y mis manos en el volante, que se vuelve loco, sujetando fuerte para mantener un sentido de circulación que me aparte del rumbo de colisión con un árbol cercano. Golpe en el ángulo de salida que ya les explicaría yo a los ingenieros de Nissan y ruedas traseras que tocan algo en fondo. Salgo despedido por la inercia del vehículo y ahora corre sin control hacia la espesura. Dios, el niñato del que llevo hablando todo el tiempo se larga y me deja a mi, el adulto de 35 años con la mierda al cuello y el coche circulando a escasos metros de unos arbustos. Toco un pelin el freno de mano, suelto y acelero fuerte. A Dios gracias fue suficiente para que las ruedas tomaran adherencia de nuevo y saco el TT de un golpe seguro. Ahora le tocaba a Luis...

Claro, había visto toda la maniobra y se reía a carcajadas como solo él sabe hacerlo. Ahora con el Patrol parado y yo fuera de él, me miro el maldito charco envenenado y... simplemente me dejo llevar por la pegadiza risa de Luis. Me palmeo la piernas y también los mofletes para que me vuelva el color. Cojo la cámara y me dispongo a tomar unas fotos de lo que pueda pasarle a mis compañeros. Veréis, Luis entro a mas velocidad aun que yo, o eso me pareció a mi, por que lo vi incluso poner cara de velocidad. Estaba claro que penso que a él, que había levantado el Terrano mas allá de lo posible, no podía pasarle eso que me paso a mi, y en cierto modo fue verdad. Fue verdad por que esta vez lo viví desde fuera, como él había vivido lo mío, así que entro en el charco y el morro del Terrano casi desapareció  de mi vista. Lo hizo de golpe, nada de entradas paulatinas que va hundiendo el TT mas y mas (lo cual hubiera aconsejado entrar despacio formando y siguiendo la ola generada por el vehículo), y de golpe también se oyó el golpe, valga la redundancia, que produjo vaya usted a saber que maldita piedra que hubiera en el fondo. Luis saltaba dentro del Terrano mucho mas que el propio vehículo, sin embargo, con mayor pericia que la mía salió de aquel pozo del infierno con un control estupendo sobre el volante.

Frederic y David supieron medir mejor el calibre del franqueo y saldaron sus cuentas sin un borrón en la conducción, aunque Frederic iba a demostrarnos mucho mas y mas adelante. Que noche, eh Frederic? y es que en esta ruta el pan y el tocino se repartió a partes iguales.

Después de una profunda revisión a los TT's y tener claro que alguna que otra señal se habría quedado en los bajos aunque ahora no la viéramos, seguimos adelante, riendo ya como descosidos esta pequeña parte de la aventura.

Un poco mas adelante en el camino, Luis se puso al volante de mi Patrol mientras yo tomaba su Terrano, mucho mas dócil de conducción, si señor. Y así fue como llegamos al inicio de una pendiente ascendente con un ángulo increíble y muy cargada de piedras que hacían el ascenso aun mas difícil si cabe. Superamos el obstáculo sin mayor problema, Luis y yo volvimos a cambiar de TT y seguimos la marcha no sin antes volver a entretenernos ayudando a Luis a recoger unas bayas por él conocidas como "CIRERETES DE PASTOR" aunque ampliamente nombradas "MADROÑOS", claro que aun era de día...

Después cubrimos una amplia parte de la ruta por un camino hermoso, que discurría junto a la orilla seca del pantano de Susqueda, el cual tenia muy poco nivel de agua. En todo caso fue un tramo largo pero muy bonito, mucho. Esta ruta había merecido la pena. O eso decíamos todos cuando tocaba su fin cerca ya del medieval pueblo de Rupit (Tiene el mayor puente colgante de aquella época de toda Europa), pero... Y es que siempre hay un pero, ¿verdad? y es que la ruta no finalizo donde debía, pese a estar tan cerca ya su ocaso.

Como quiera ser que Frederic había reconocido una ruta realizada un año atrás y que casualmente (¿o debería decir causalmente?) finalizaba donde también moría la nuestra, y que además la reconocida era cortita hasta dejarnos cerca de una buena carretera bien comunicada para poder volver a casa, y que además aun teníamos por delante un buen rato de luz, y los recuerdos eran muy buenos (Manuel se quedo empanzado con su Suki, Sergio voló literalmente por los aires con su Mitsu etc...) pues propuso hacerla al revés, es decir empezar donde recordaba que finalizaba y dejarla aproximadamente a la mitad de recorrido para tomar una carretera como ya dije antes. Prestos dijimos si al unísono, y tomando la cabeza de la expedición, Frederic enfilo el tortuoso camino que no engancharía hasta ver las estrellas.

Como he dicho el camino tomaba una desviación cerrada hacia el este y nos alejaba de Rupit en dirección Gerona. Coronábamos las Guillerias en su máximo esplendor, con esa luz fuera de lugar que da el sol de media tarde. El camino, también lo dije antes, era tortuoso, los baches se sucedían y empezamos a descubrir los primeros barrizales muy pronto, pero demasiado tarde para dar marcha atrás a la nueva empresa. Pasamos los primeros sin problemas, mas bien divertidos, pero silenciosos a través del éter de las ondas. De vez en cuando Frederic anunciaba roderas profundas, hoyos que había que esquivar y algún que otro ¡CUIDADO! y no era para menos; una enorme piedra (imaginarosla muy enorme)se comía medio paso del camino. La magnificente piedra había tenido el capricho de caer junto a un gran socavón alargado, a modo de rodera pero sin serlo, y el paso junto a ella se adivinaba mas difícil de lo que en realidad acabo siendo. No era para menos después de lo vivido en ese día. Pasamos uno a uno, con mucho cuidado, resbalando en el socavón peligrosamente, arriesgando el lateral de los vehículos a pocos centímetros de las aristas de la enorme roca. Pasamos sin contratiempos.

A solo unos pocos centenares de metros mas allá, y de unos cuantos barrizales mas, llegamos al que sin duda seria el mayor susto del día: un enorme badén pintado a propósito por la naturaleza para estrujar a los incautos. La bajada hasta el fondo del badén no tenia ningún problema pero la subida era muy pronunciada. Mucho. Muchisimo. Unas enormes roderas anunciaban peligro de caer por un pequeño, desnivel de terreno del que no podríamos recuperar fácilmente cualquiera de nuestros TT's, caso de caer alguno. Falto poco, muy poco.

Frederic tiro adelante sin estudiar muy bien la entrada, el ataque o lo que sea que hay que estudiar ante tamaña prueba del destino. Subió la empinadisima salida del badén por el peor sitio que había y cayo con una rueda trasera dentro de la enorme rodera. El coche se inclino del morro igual que un caballo encabritado, levantando la rueda delantera izquierda de un modo sobrenatural. El coche resbalaba poco a poco en dirección al pequeño precipicio, muy pequeño y lleno de maleza, pero no por eso menos peligroso. El fango en sus ruedas le estaba pasando factura. El morro elevado tomaba altura conforme la rueda trasera se metía en el desnivel. El majestuoso Galloper consigue detenerse ante la atónita mirada de los que presenciábamos el final fatal. Merche, la mujer de Frederic, salió como pudo del coche, y no le fue fácil dada la inclinación que ya había tomado. Frederic tampoco quiso quedarse y salto al suelo. A los demás nos dio la risa tonta, ese tipo de risa vergonzosa que le da a uno cuando ve que otro da un traspiés o cae tontamente sin mayor reparo. Merche estaba asustada y no le hizo ninguna gracia la socarrona risa que se acalló de pronto al ver la lividez de su cara. Frederic sonreía, creo yo que un poco acongojado por la situación. Entre indicaciones de los demás, nuestro nuevo guía consiguió devolver finalmente su TT a al camino y, con mas ímpetu si cabe, ataco de nuevo la pendiente. No había aprendido Frederic la lección y el diablillo de la montaña volvió a zancadillearlo. Esta vez si que estuvo a punto de caer abajo, incluso la rueda trasera quedo prácticamente sin apoyo. Si movíamos el TT de manera equivocada se iba abajo seguro. estudiamos aquello como si estubieramos trazando un plan. Calzamos de piedras la rueda trasera que estaba dentro de la profunda y enlodada rodera, echamos una eslinga muy corta al Terrano de Luis y dimos un tirón del Galloper en el sentido adecuado para sacarlo del agujero y su peligrosa caída por el terraplén. El coche se enfilo de nuevo y pudo volver al camino el solo. Esta vez Frederic le tomo el pulso al diablo y lo venció con la fuerza de su maquina, brincando entre las roderas se puso de un salto en la cumbre de aquella podrida madriguera de demonios. Detrás fuimos el resto. Luis intento demostrar que un Terrano calzado con unas Goddric era imparable por las ocultas fuerzas que gobiernan esa parte del bosque, y se metió presto por el mismo lugar que Frederic se había quedado encallado. Luis no puso en peligro de caer a su Terranillo pero se dio cuenta enseguida que no debía seguir tentando la suerte. Ataco por fin en la manera que anteriormente lo había hecho Frederic y llego arriba sin esfuerzos, pero rebotando en el habitáculo de su TT. Después lo hicimos David y yo sin mas problemas y seguimos adelante.

En este lapso de tiempo el sol se cayo del cielo y un universo de estrellas titilantes nos aclaro la garganta por el espeso trago de barro de este día. Solo unos minutos mas tarde llegábamos al renunciado asfalto, con el sentimiento de haber realizado una proeza, una gran ruta de muchos kilómetros con numerosos y poderosos obstáculos que te dejan gratos recuerdos por que en el fondo lo hemos pasado fenomenal, y ya nadie se acuerda, si no con risas y alegrías, de los momentos mas difíciles que son, sin duda alguna, los que nos mueven a acometer cada nueva ruta.

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