• Por:  Miguel Calvo Aizpuru

Un precioso sábado de invierno quedamos en el alto de Somosierra para hacer una ruta de ensueño, Jaime con su mujer, su hija y un amíguete en su flamante y nuevecito Mitsu y mi mujer una pareja de amigos y yo en nuestro menos flamante y menos nuevo Galloper.

Sin mas dilación empezamos la ruta siguiendo el libro "Toyota" y cuando no llevamos ni dos kilómetros, nos encontramos con una traicionera valla cerrada y un prohibido el paso según orden ministerial.

Bueno llega el momento de decidir que hacer, nos damos la vuelta y nos volvemos a Madrid, nos damos la vuelta y vamos a comer un corderito asado a algún pueblo serrano, o bien seguimos por ese camino que sale por la izquierda de la valla, que se nota que lo acaban de abrir con una excavadora para la explotación forestal. Que duda cabe que nos vamos por el camino, por cierto las excavadoras arrancando arboles no afectan al medio ambiente y los TT circulando por caminos sí.

No pasa ni un kilometro y ¡ SORPRESA¡ un árbol caído en medio del camino, nos paramos, bajamos de los coches, miramos, estudiamos y decidimos que como no es muy grande entre todos podemos con él. Así que manos a la obra y después de mucho mas esfuerzo que el que imaginamos lo logramos apartar a un lado. Contentos de haber superado un obstáculo de tal magnitud recorremos unos doscientos metros y nada mas pasar una curva a derechas ¡NUEVA SORPRESA¡ otro arbolito caído en el camino, repetimos lo de bajarnos, mirar, estudiar y decidimos después de un leve intento que este no lo podemos mover, sacamos una eslinga y tiramos con mi coche del árbol en cuestión, dicho y hecho conseguimos apartarlo. Tan contentos seguimos camino, trescientos metros y barrizal enorme, meto la reductora y en segunda paso sin mayor problemas, paro como a diez metros para grabar con la videocámara como pasa Jaime, que realiza la misma operación que yo, pero sale del barrizal y no para, que no para, que no pa...., mi coche le para. Se baja con cara de susto, el ABS del coche a entrado en funcionamiento con el barro y le ha bloqueado el freno, después de jurar en arameo miramos los daños, el Galloper intacto porque le ha dado en la rueda de repuesto, pero el Mitsu tiene rotura de faro, de la defensa de adorno que lleva, de la rejilla y la aleta doblada, bueno que se le va a hacer, así que seguimos camino. Esta vez ni a cien metros, los chicos de la excavadora se han llevado un arroyo por delante en plena cuesta, así que ahora el agua baja por el camino abierto (como he dicho antes eso es respeto al medio ambiente y no lo de los cuatreros) así que el camino es casi impracticable, pero que c... la vida es aventura, después de casi quedarme un par de veces consigo subir, le toca el turno a Jaime, esta vez dejo el coche mas adelante, no vaya a ser que me golpee de nuevo. Así que Jaime empieza a subir se le va primero el culo (el del coche) y a continuación el resto hacia el pequeño barranco, se cae, se cae, uf por los pelos, se queda apoyado en unos troncos que están caídos allí mismo.

Bueno son las once de la mañana, no tenemos pala, las eslingas no llegan y yo no puedo bajar por donde he subido porque me quedaría en todo el barrizal enfrente de Jaime y sin tracción para tirar. Así, visto lo visto, empezamos a buscar ramas y piedras para ponerle debajo de las cuatro ruedas, no sirve de nada, cada vez que intenta salir se queda mas, decidimos que vayamos dos a por un tractor siguiendo el camino, subimos al coche coronamos la cuesta giramos en la curva y se acaba el camino, ahora estamos atrapados todos. A las dos, hartos, decidimos bajar mi coche por el bosque (sé que no se debe hacer) y salir por detrás del Mitsu, tres cuartos de hora después de tomar esta salomónica decisión y de mover un montón de arboles caídos conseguimos bajar mi coche, enganchar la eslinga tirar y sacar a Jaime.

Ni que decir tiene que salimos por donde entramos y nos fuimos a comer un cordero.

RCB©

Queda prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos de esta web, por cualquier medio, bien sea mecánico u electrónico, sin la autorización previa y expresa de los  autores.