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Viajar a Marruecos

Viaje 1992 - 12ª Etapa: Temara Plage / Algeciras

 


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28 Agosto 1992, Viernes.

Por la noche no nos habíamos dado cuenta del estado en que se encontraba el "prao" donde acampamos, viéndolo a la luz del día podemos comprobar que se trata de una auténtica pocilga. Desayunamos y recogemos lo más rápido que nos es posible, para salir de aquí cuanto antes. A pesar de la urgencia por largarnos, Chuchi aprovecha para irse hasta la playa y darse un baño, cuando se dirige al agua unos lugareños le increpan ya que al parecer se está metiendo en la playa privada de Hassan, algo más lejos se divisa un puesto militar que le convence definitivamente de la necesidad de hacer caso de las advertencias.

Alguna de las chicas tiene verdadera necesidad de una ducha, comentamos el tema y el hombre que nos ayudó la noche anterior, que nos va a hacer de guía para llegar al Consulado español, se ofrece a llevarnos a su casa en Rabat para que nos podamos duchar. El colmo de la amabilidad. ¿Que haríamos nosotros en España para ayudar a un extranjero en circunstancias similares?

Abandonamos Temara para dirigirnos a Rabat. El árabe con su hijo mayor van delante en su coche y todos le seguimos como corderos. Llegamos a la "Capi" sin mayores dificultades y nos guían hasta una plaza junto a las murallas, en donde hay un amplio aparcamiento. Luis e Isa se van con nuestro hombre hasta el Consulado mientras los demás nos quedamos esperando. Hacemos una escapada a una tienda cercana para comprar tabaco y descubrimos que tienen chocolate (de comer, por supuesto), como sabemos que Belén hace unos días que no piensa en otra cosa, que tiene una especie de antojo, le compramos un par de tabletas. Nos lo agradece muchísimo y se pone a gusto, si nos descuidamos se lo come con papel, que voracidad...

Mientras esperamos que regresen los del Consulado, estamos a punto de engrosar de nuevo la lista de calamidades, Montse que tiene el olfato muy fino, comenta que hay algo que huele a quemado, pero como no vemos humo por ninguna parte pasamos del tema. No han pasado ni dos minutos cuando Azu ve el humo, viene de nuestro Suzuki, salimos corriendo y descubrimos que la esterilla de paja que llevo en mi asiento está ardiendo... Azu consigue apagarla sin mucha dificultad, pero no podemos dejar de pensar en lo que hubiese ocurrido de no cogerlo a tiempo. Ya he presenciado como arden varios coches y es visto y no visto, en cuestión de un par de minutos no quedan ni las ruedas. Nos hemos salvado por los pelos.

Regresan los del consulado y traen con ellos el famoso salvoconducto. Esperemos que los agentes de fronteras estén de buen humor y no tengamos que dejar a Isa en la aduana... Solucionada esta cuestión, las tías se van con Candela y con el árabe a casa de este último, para pegarse la tan necesaria ducha. Cuando regresan les ha cambiado hasta la cara, parecen felices y no dejan de darnos envidia, ya que a nosotros tampoco nos hubiese venido mal una limpieza a fondo. Candela consigue localizar una pieza de recambio para su alternador estropeado, pero cuando comprueban el código de referencia, hay algo que no es igual y tienen que devolverla. De todos modos, aunque la reparación que hicieron ayer por la noche no deja de ser casera, funciona, que es lo que hace falta.

Nos despedimos de nuestro encantador "guía" y de su hijo, que han resultado ser el colmo de la amabilidad, llevándonos incluso a su casa, acompañándonos por Rabat, mediando para que pudiésemos acampar, etc..., con un desinterés total, sin querer aceptar nada a cambio. Como todo pago les damos las gracias una y otra vez hasta que nos despedimos de ellos. Todavía queda gente "legal" por el mundo.

Abandonamos Rabat y nos dirigimos al norte por la P-2. Atravesamos Kenitra y a la altura de Morhrane nos detenemos en un hotel situado junto a la carretera, con la idea de llamar por teléfono al taller de Carmona, para ponernos de acuerdo en la manera de recuperar el Suzuki averiado y de paso, que nos den el susto definitivo: el precio de la reparación. Aprovechamos la pausa para comernos unos "bocatas", que ya va haciendo hambre.

El susto es cojonudo: 170.000 del ala. A Chuchi y a Isa casi les da mal... la verdad, no es para menos. ¡Menuda hostia!. Como creemos que no vamos a poder recogerlo hasta el sábado por la tarde o el domingo, y el taller estará cerrado, quedamos en que le dejará las llaves del taller y la factura al del servicio de grúa, así podremos recoger el coche en cualquier momento. La llamada nos cuesta unas 4.500, te cagas con los precios del teléfono en los hoteles de cierta categoría. No discutimos porque nos habían avisado, pero le manda cojones, vaya precios. Mientras hablábamos con Carmona, Carlos y Cris se han hecho amigos de un nativo que andaba por el jardín del hotel y hasta se hacen fotos juntos.

Unos kilómetros más al norte nos detenemos en uno de esos inmensos tenderetes donde venden cerámica, hay cientos de ellos a lo largo de la carretera, tantos como de melones. Miles de vasijas, jarrones, recipientes para el tagine y hasta ceniceros se amontonan por todas partes. Todos compramos algo y al hacerlo comprobamos que aquí el regateo admite menos margen que en el sur. Si antes no sobraba el espacio en los coches, ahora no cabe ni un alfiler.

Anochece y seguimos hacia el norte, deseando llegar a Larache por si acaso se nos aparece la Virgen y encontramos la cartera de Isa. Por el camino no vemos más que accidentes, varios camiones volcados y unas maniobras que te impresionan. Estos tíos adelantan tanto si vienen coches como si no. Tenemos que extremar las precauciones. Aun así, un conductor-suicida me hace una cerrada tan agresiva que me cabreo y salgo detrás de él como un loco, pitándole y dándole las largas. Los demás me ven pasar y se quedan impresionados ¡que reprise!. El conductor temerario trata de dejarme atrás pero no lo consigue, finalmente opta por meterse en un callejón oscuro, a un lado de la carretera y apagar las luces, me doy cuenta de la jugada y paro en el arcén, pero cuando llegan los otros me convencen de que no es buena idea meterse en ningún callejón oscuro y continuamos nuestro camino.

Para seguir engrosando la lista de problemas, Juan tiene un pinchazo, es la rueda trasera, se repara con un spray para no perder tiempo.

Cuando llegamos a Larache y paramos en el Hostal, todos cruzamos los dedos... ¡¡TOMA YA!! por raro que parezca, la riñonera está aquí, con todo lo que llevaba dentro; documentación y dinero (hasta la última peseta). Momentos de alegría, los del hostal han hecho su teatrito a la hora de devolver la riñonera y se llevan una propina. Como estamos contentos, aprovechamos para cenar. El dueño del local es un tipo grande y pintoresco con parte de sangre española y parte magrebí, que nos ameniza la cena contando algunas de sus aventuras, al parecer es dueño de varios locales de este tipo y tiene dos mujeres, una árabe y la otra española, tela...

Todavía vemos algún accidente desde Larache a Ceuta. Llegamos a la frontera y me alegro mucho de no tener que averiguar lo que hubiese ocurrido al utilizar el papel del Consulado, si tramitar el paso de la aduana con un pasaporte es un auténtico coñazo, no quiero ni pensar lo que hubiese sido de no tenerlo.

Cuando por fin cruzamos, nos dirigimos directamente al puerto, para coger el primer ferry que salga. Descubrimos con sorpresa que la entrada para españoles esta cerrada, así que nos tenemos que dirigir a la cola de los árabes, menudo bajón. Cuando llegamos un Guardia Civil nos dice que nos vayamos a la zona de entrada de mercancías, seguimos sus instrucciones y cuando alcanzamos la entrada en cuestión, los compañeros del Guardia detienen la cola y nos hacen pasar directamente al barco, pese a que están con los perros anti-droga, ni siquiera nos paran. La verdad es que hay ocasiones en que la discriminación es algo fantástico.

Abandonamos los vehículos en la bodega y subimos directamente al bar, en donde nos tomamos unos "cubatas". Estamos rotos, hechos papilla y tristes (por lo menos yo), dejar África y terminar las vacaciones son dos cosas que no me sientan nada bien. Belén nos comenta muy convencida que ella es incapaz de dormirse en un asiento del ferry, pero a la media hora se queda como un tronco. Los que no nos "sobamos", nos dedicamos a putear a los que se han dejado atrapar por Morfeo, filmándoles y haciéndoles cosquillas con un pelo, todos ellos están muy cómicos. A Luis por ejemplo, le pegamos una peseta en la frente, despertándole a continuación, sin que se de cuenta para nada de que la lleva puesta. Somos como niños y lo peor es que además nos gusta.

Hay dos situaciones similares que no consigo explicarme. Una de ellas se produce cuando se viaja en avión y este aterriza, va rodando lentamente por la pista hasta que se acerca a la terminal, en ese momento como impulsados por un resorte, todos los pasajeros se ponen de pie y comienzan a coger sus cosas de los cajones del techo. Los que caben en el pasillo, ni tan mal, pero los que permanecen de pie en la zona de los asientos, tienen que estar como torcidos en una postura incomodísima hasta que se abran las puertas del avión, se arrime la rampa o las escaleras y vayan saliendo todos los ocupantes de las filas que haya entre nosotros y la puerta más cercana. Todo esto supone unos cinco o seis minutos en una postura harto incomoda, cuando quedándonos sentados en el asiento hasta que nos llegue el turno podemos evitar tanta incomodidad, tardando exactamente lo mismo en salir del aparato. Nunca lo he entendido. La otra, sucede en las bodegas de los ferrys, atestadas de coches, autobuses y camiones, cuando por la megafonía recomiendan a los conductores que se vayan dirigiendo a los vehículos, todos obedecen y en cuanto se sientan a los mandos de sus maquinas les falta tiempo para poner en marcha los motores. El portón de salida ni siquiera se ha abierto y aun nos quedan doscientos vehículos por delante, pero da igual hay que calentar motores no nos vayamos a quedar dentro de la bodega... aunque esto suponga estar a punto de morir asfixiados por el CO2, cuando la atmósfera se vuelve completamente irrespirable. Tampoco esto lo entenderé nunca.

Conseguimos abandonar el barco antes de perecer gaseados y salimos zumbando hacia al camping de San Roque. El camino se hace muy largo. Cuando llegamos cogemos unos bungalowes y nos vamos a dormir. Pero como esto no es Marruecos bajamos las cosas importantes de la baca, por si acaso...

FIN DEL VIAJE

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