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Viajar a Marruecos

Viaje 1990 - 2ª Etapa: Midelt / Midelt

 


19 Agosto 1990, Domingo.

El sol nos sacó de las tiendas, amaneció un día de calor impresionante. El cansancio del día anterior todavía se notaba. Buscamos una zona a la sombra de los árboles y montamos el "chiringuito" para desayunar. Mientras apurábamos el café, decidimos que con el calor que hacía, quizás fuese mejor tomarnos una jornada de descanso. A la luz del día pudimos comprobar que el camping lo dejaba todo que desear; era un recinto enorme, con una tapia bastante alta alrededor, dos farolas en el centro y un "caseto" que albergaba los "servicios", estos eran punto y aparte de todo lo que he conocido en mi vida. Nadie se atrevió a darse un ducha... A pocos metros de donde estábamos, había una marroquí con sus dos hijas, que estaba haciendo pan en un horno de tierra. Cuando intentamos fotografiarla, nos dijo que no, así que las únicas "diapos" sobre el tema las tuvimos que sacar a hurtadillas, con un teleobjetivo.

Aprovechamos la mañana para poner un poco de orden en el interior de los vehículos (que ya parecían leoneras), Luis se dedicó a apretar todos los tornillos de la moto (falta iba a hacerles al día siguiente) y consiguió repararnos un altavoz del coche, que había decidido guardar silencio durante los dos últimos días. Revisamos los niveles de los "Suzus" y les añadimos algo de refrigerante, comprobamos las presiones de los neumáticos, los filtros del aire, se lavó la ropa sucia, se improvisó un tendal (que luego nos olvidamos allí) y cuando nos quisimos dar cuenta ya era la hora de la comida.

Abrimos unas latas de mejillones, chipirones, espárragos, banderillas picantes, aceitunas etc... y Azu (que se había convertido en "cocinera oficial"), nos sorprendió con un plato de carne de buey y puré de patatas. Nos pusimos tibios. Estábamos con los aperitivos, cuándo comenzó a nublarse el día, lo cual para nosotros fue una sorpresa agradable. En menos de diez minutos estaba lloviendo, los tíos recibimos la lluvia con unos vaqueros como única indumentaria, dando saltos de alegría y es difícil describir cuan agradable resultaba sentir las gotas sobre la piel, una escalofriante sensación de fresquito. Al cabo de un rato dejó de llover, pero la temperatura era ahora mucho más aceptable. Aprovechamos la sobremesa para tomar un whisky y leer un manuscrito sobre la manera de combatir las diarreas, mal común en estas latitudes, que Juan (Juan es A.T.S., y de eso entiende mucho...) nos había entregado cuando salimos, según sus instrucciones, no se podía leer hasta no estar en tierras marroquíes.

La carta resulta ser un despliegue increible de  imaginación y humor escatológico sobre distintos métodos (a cual menos ortodoxo)  de como combatir la diarrea aguda en el continente africano...  Nos entretuvimos bastante y pasamos un rato fenomenal, pero finalmente, no nos fueron de utilidad sus consejos, debido a que tomamos las precauciones higiénicas necesarias para que nadie terminase con una infección intestinal.

Después de meditarlo, decidimos volver a poner la hora española en nuestros relojes y regirnos de nuevo por ella. Las dos horas de diferencia hacen que anochezca muy pronto, así que para aprovechar más la luz, pasamos de su horario. En el tema de los hoteles o los restaurantes, tampoco nos supondría problema, ya que si nosotros comemos a las 2:30 P.M., por el horario español, ellos comen a las 12:30 P.M., por el marroquí, osea: la misma hora.

Cogimos los vehículos y salimos del camping, con intención de localizar la pista que había de llevarnos al día siguiente hasta el interior del Atlas. Aún sin salir de Midelt, una riada cortaba la "carretera" y tuvimos que hacer el primer vadeo del viaje. El agua bajaba de color chocolate y los críos se colgaban de la rueda de repuesto para que les cruzásemos al otro lado. Uno de estos críos no se bajó a tiempo de la rueda y salió despedido cuando cogimos un bache. La caída, al parecer, no tuvo mayores consecuencias. Anduvimos algunos kilómetros por la pista, los suficientes para cerciorarnos de que efectivamente era por allí. Nos hicimos una foto los cinco juntos y regresamos a Midelt. El agua había descendido un poco y los peatones cruzaban con las babuchas en la mano.

En lugar de regresar al camping, fuimos a ver una tienda de fósiles y minerales, en donde finalmente no compramos nada. Nos metimos en el hotel (el cual estaba bastante bien), para tomarnos unas Cocas en el bar. Vimos un rato la televisión, aunque no pudimos entender gran cosa, excepto los dibujos animados de Tom y Jerry. Curiosamente, algunos de los programas eran en francés. Regresamos al "hogar", y mientras se preparaba la cena, destripamos nuestro Suzu, para intentar poner de nuevo en funcionamiento el faro izquierdo. Fue Luis, el que tras mucho urgar en él, consiguió arreglarlo (no volvió a fallar en todo el viaje). Cenamos y tomamos una copa antes de acostarnos, cosa que hicimos pronto, ya que al día siguiente teníamos un largo y duro camino por recorrer.

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