18 de Agosto de 1992, Martes.

Nos levantamos por tandas y desayunamos en el bar del camping. Isa y Luis se van a telefonear a la embajada. Tardan bastante en volver y cuando lo hacen, comentan que el trámite prioritario será pasar por la policía y presentar la correspondiente denuncia, con la cual y ya de regreso a España deberíamos pasar por Rabat y presentando el resguardo de la denuncia en el Consulado Español, nos expedirán un salvoconducto para intentar cruzar la frontera.

Con la misma salen los dos en moto para la famosa comisaría. Los demás pasamos la mañana esperándoles en el bar del camping. Nos acercamos a la oficina para llamar por teléfono a casa y decir que seguimos vivos. Afortunadamente el individuo al que dejamos el pasaporte de Chuchi, no se ha "pirado" con él y nos lo devuelven. El bar se encuentra de espaldas a la tapia que limita el camping, cerca de la entrada, es una terraza elevada sobre el nivel de suelo con una pequeña escalera para subir. Una barandilla lo rodea y esté cubierto por unas esterillas de mimbre y unas enredaderas que filtran la luz y le dan un aspecto muy agradable. En el centro y aun un poco más elevada se encuentra una caseta llena de mesas con el techo de madera policromada que ha ido perdiendo la pintura con el paso de los años. El calor es sofocante y tomamos tantas cervezas que acabamos con las existencias del bar. La espera se hace interminable. Carlos ha traído un pulverizador de esos que se usan para los ambientadores, o para humedecer las plantas y lo utilizamos constantemente para refrescarnos, pulverizándonos agua por todas las partes del cuerpo. Al cabo de un rato el "aparato" no es suficiente y pasamos a regarnos directamente con la botella. Juan perpetuando una tradición, nos hace una de sus mejores exhibiciones de poses "culturistas", está increíble...

Un empleado se encuentra regando la terraza del bar con una manguera y no sale de su asombro cuando me ve frente a él haciéndole señas para que me "riegue" con ella. Chuchi, Candela y Juan se apuntan a la idea y vienen corriendo a unirse a mi, el operario se decide y comienza a refrescarnos mientras el resto de los turistas de la terraza desaparecen para evitar ser salpicados. Desmontamos el campamento y llega la hora de la comida. Seguimos sin noticias de Isa y Luis. Nacho ha estado dando una vuelta en moto y no les ha visto el pelo. Chuchi y yo decidimos salir a buscarles. Cogemos el coche y comenzamos a recorrer la ciudad, bajo un sol de justicia. Localizamos la prefectura de policía y el Ayuntamiento pero en ninguno de los dos sitios hay rastro de ellos. Continuamos buscándoles durante un rato, llegamos hasta la medina y hasta el antiguo estanque del palacio de Moley Ismail, en donde aprovechamos para hacernos unas fotos. Cuando regresamos ellos aun no han vuelto y todo el mundo está inquieto por la tardanza. Comemos a base de un enorme surtido de latas de "picoteo". Nada más terminar aparece Luis con la moto y un nativo en lugar de Isa, cuando salimos a recibirle, da la vuelta y se larga por donde ha venido, dejándonos peor que estábamos, haciendo toda clase de conjeturas sobre el cambio de Isa por el árabe: ¿Sería Isa disfrazada?, ¿Sería Isa después de una misteriosa y rápida operación de cambio de sexo?, ¿Sería que por fin Luis descubrió su homosexualidad y ligó con el tipo en cuestión?, ¿El nativo había liquidado a Isa y traía secuestrado a Luis para ver donde estábamos los demás y encularnos a todos?, ¿Luis había cambiado a Isa por el árabe, para llevárselo de souvenir?, ¿Isa se había fugado con un lugareño y Luis se había traído a este en su lugar por si no notábamos la diferencia?, mejor pasar del tema y terminarse la comida.

- Refrescandonos con la manguera.

Después de comer nos apropiamos de la manguera de regar el jardín y comenzamos a salpicarnos a lo grande, mientras estamos jugando llega de nuevo Luis, esta vez con Isa y todos nos acercamos a ver que demonios ha sucedido. Al parecer la comisaría para poner la denuncia tenía que ser la del distrito y ésta se encontraba en una de esas calles que meten miedo y no resultó fácil llegar a ella. Una vez allí les costó hacerse entender y una vez entendidos les atendió un oficinista que daba al menos dos pulsaciones por minuto. Tal era su agilidad, que para cuando terminaron ya era la hora de cerrar y tendrían que volver al día siguiente para recoger la copia de la denuncia. La visita con el árabe, fue para comprobar la declaración de Luis en cuanto al grupo que éramos y en donde estábamos. Así que al parecer tendremos que quedarnos otra noche en Meknes, lo que nos sigue alejando cada vez más de nuestro, desde un principio malogrado, plan inicial. Mientras esperamos que afloje el calor para salir a dar una vuelta por la ciudad, decidimos que habrá que replantear de nuevo el resto del viaje.

- Juan, Montse y yo, replanteando el resto del viaje.

Desplegamos el mapa y trazamos de nuevo todo el itinerario, pensamos que será mejor ir directamente a Tinerhir dejando el Atlas para la vuelta y suprimiendo por completo el nuevo paso por las montañas que pensábamos intentar y consiguientemente las Cascadas de Ouzouz. El problema ahora es que llegaremos a Tinerhir (si no se nos tuerce ninguna otra cosa) el día que teníamos previsto en un principio, así que lo mejor será que la orden de retrasar un día la entrada en el hotel, que dimos desde Algeciras, no haya surtido efecto, lo que con la suerte que estamos teniendo sería lo más normal.

- En un mercado de Meknes.

Seguidamente volvemos a montar el campamento, para pasar la noche "extra", mientras lo hacemos comienza a llover sin demasiada convicción, para cesar al poco rato. Después de la ducha nos vamos a dar un paseo andando por la ciudad. Salimos del camping cuando empieza a anochecer, momento en que todas las ciudades de Marruecos comienzan a cobrar vida. Bajamos caminando por una calle que discurre entre las antiguas murallas de la ciudad, llegamos hasta el centro de la zona vieja. Una de las altas murallas encierra en su interior un lujoso campo de golf iluminado para poder jugar de noche, que al parecer solo utilizan las máximas autoridades del país. El muro del campo divide dos mundos bien diferenciados, a un lado millones de vatios de luz deslumbran un césped digno de Cambridge y al otro callejones mugrientos y oscuros en donde da miedo meterse. ¡¡Esto es Africa!! Al llegar a una gran plaza unos gamberros tiran piedras a Belén y Montse, la cosa no pasa a mayores. Cruzamos las puertas de la muralla y continuamos por una de las calles principales hasta la siguiente plaza, en donde al cabo de un rato notamos que un tipo nos sigue, se trata del típico paliza que viene con ganas de vendernos algo.

- Una frutería.

Entramos en un mercado cubierto, muy pintoresco y colorista, recorremos sus pasadizos llenos de puestos y tenderetes, en los que podemos encontrar las mercancías más dispares. La presentación de la fruta y sobre todo de las olivas y los dátiles es increíble, se diría que han sido colocadas de una en una en los cestos, formando conos perfectos. El mercado solamente consigue desanimarnos cuando llegamos a la zona de las carnicerías, que casi parece una galería de los horrores de cualquier museo de cera, toda clase de vísceras, miembros y cabezas amputadas con los ojos abiertos que parecen mirarnos y las lenguas hinchadas asomando de la boca... El personal se pone nervioso y nos largamos, no sin antes detenernos a comprar unos fósiles para Pablo y Panchi. Regresamos lentamente al camping, a donde llegamos bastante cansados por la caminata.

Para reponernos preparamos una cena de esas que hacen época, Candela saca comida como para un regimiento. Nos ponemos tibios y hacemos la digestión tomando copas, poco a poco la gente va "plegando". Los que nos quedamos de guardia nos ponemos a leer algunos pasajes de "Tierra", la novela de Stefano Benni, leemos en plan "nómada", yendo de tienda en tienda a requerimiento de los inquilinos, hasta que sus "respectivas" nos mandan a "freír monas". Cuando comienza a leer Chuchi con su entonación plana, nos quedamos todos dormidos.

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